lunes, 20 de agosto de 2018

QUE PREGUNTARÍA SI VOLVIERA A SER UNA MAMÁ NOVATA.
Ser madre es maravilloso, eso ya lo habrán escuchado mil veces y las que faltan. Pero también tiene su lado oscuro, eso que no queremos contar a los cuatro vientos: Fuimos ignorantes de todos los designios que conlleva ser madre (o padre, por qué no). Si volviera a ser madre novata me gustaría haberme preparado mejor a la locura que venía en camino (y no me refiero propiamente al bebé, sino lo que involucra tener uno) y dentro de esa preparación, habría preguntado más. Les dejo mis propias apreciaciones a las que aún no son mamás, las que lo están pensando y las que ya tienen uno en el horno, espero que les sea de mucha utilidad:

 1.- Los problemas comunes de salud de los  bebés. Cuando identificar  una gripa, porque hay una diferencia entre gripa o resfrío; (no se crean que es lo más fácil del mundo, en nosotros es diferente, los bebés no hablan, pueden estornudar por múltiples razones y “moquear” por otras tantas, a veces no moquean al principio pero lloran porque se sienten mal y pues no sabes qué está pasando en ese momento, esa es una razón para enloquecer, al menos para mí  que es bueno darle, como dárselo, qué se recomienda si se tapan su nariz por la gripa, como sacarles los mocos secos, si se pegan sus ojitos por el catarro, a qué edad es apropiado desparasitarlo, cómo saber cuándo tienen amibas, cómo identificar una alergia, ¡uff! Cuántas cosas y conste que el bebé no te puede decir porque obviamente no habla, solo llora y estás en la práctica del descarte…
2.- Las reacciones a las vacunas, qué hacer si ocurre una reacción.
3.- Las rozaduras de pañal, cómo aplicar las cremas para rozaduras, cual de todas las cremas para rozaduras es mejor, porqué ocurren esas rozaduras y cómo prevenirlas.
4.- Como reconocer las molestias del nacimiento de los dientes de un bebé, cómo identificar una infección intestinal de una salida de diente (en ambos puede haber dolor y empiezan por dejar de comer, en el caso de la salida del diente le duele cuando topa su encía enrojecida con el biberón, curiosamente cuando se le da pecho no hay esa molestia al comer aún cuando la encía está muy irritada).
5.- Cómo saber si su popó es normal (lo que menos quiere uno es verlo o sentir su olor, pues hay que reconocer cuándo es normal y cuándo no y me refiero a su textura y su olor, así que a pegar nariz).
6.- Cómo saber cuál es la temperatura indicada para bañarlo, cuánto tiempo hay que esperar de quitarle su ropita y meterlo  a la tina para bañarlo, como secarlo (es preferible usar dos toallas: una para secar y otra para sacarlo del baño)
7.- Qué tipo de pañal es mejor, o por lo menos cuáles son recomendables, qué tipo de ropa es mejor (las etiquetas son irritables para la piel del bebé).
8.- Qué empacar para el nacimiento del bebé, qué cosas debe uno cargar en la pañalera para cuando se sale del hospital.
9.- Qué tipo de leche artificial se aconseja, o mejor, cuándo es recomendable darle, la cantidad apropiada para un bebé (por lo menos la idea de cuánto, porque el bebé come cuando se llena sea mucho o poco para nosotros), las reacciones normales y reacciones peligrosas de la leche.
 Y la lista pudiera continuar, pero sí, es bueno preguntar. 

Yo personalmente te sugeriría practicar con un muñeco la cambiada del pañal. Te aseguro que es todo un reto. No olvides que el bebé se mueve por todos lados y sólo puede usar una mano,pues con la otra estarás deteniendo ese frágil (y activo) cuerpecito.

Si te asaltan otras preguntas, hazlas. Claro que cuando empiezan a hablar los consejeros dan ganas de no haber preguntado nada, pero es mejor ahora que no está el bebé por lo menos afuera, que cuando está pegando de gritos o estás con la angustia que se siente mal y entonces sí, te pueden volver loca tantos consejos. Eso sí: gracias mamá, gracias amigas, gracias todas.
¿Qué le añadirías a mi lista?

CHISTES DE NIÑOS
Estos no son chistes para niños, sino de niños. En realidad, es una recopilación de algunos sucesos de mi vida de situaciones que sólo como madres o padres podemos encontrarles gracia. Sin más preámbulo, les comparto algunas de mis vivencias:

1.- Mi hija de tres años, estaba entusiasmada por lo que le habían enseñado en la escuela con motivo del mes patrio. Me contó que le habían explicado lo que significan los colores de la bandera mexicana y su significado. 
Para saber cuánto sabía, le pregunté: "¿Sabes qué significa el color rojo?". Se quedó pensando un rato y al ver que no recordaba, le dije: "Significa sangre". A lo que ella completó: "Ah sí, es la sangre de los superhéroes".

2.- Cuando mi hija tenía tres años, no aceptaba el hecho que mi esposo y yo la tengamos que dejarla con su abuelita para ir a trabajar. Le explicamos que es muy importante que trabajemos pues allí nos dan dinero para que podamos comprarle sus cosas, como su ropa, sus juguetes, su comida y sus dulces.
Cada que nos veía irnos nos preguntaba: "¿Se van a buscar dinero?" Nosotros sonreíamos y le decíamos que sí.
En una ocasión, despertó y no me encontró. Su papá le dijo que tuve que ir a trabajar. Ella en llanto le dijo: "Dile que venga y que no traiga dinero".

3.- En otra ocasión, montó su carro de juguete y me dijo: "Voy a trabajar para traer dinero". Sólo sonreí al ver que entendía el propósito de ir a trabajar. 
Después de irse a un extremo del patio de la casa, regresó después de un rato y me dijo con cara de preocupación: "Mamá, no venden dinero en ningún lado".

4.- Le compré a mi hija de cuatro años unas hermosas sandalias de colores usadas pero en buenas condiciones. Únicamente le faltaban las correas para sujetarla a sus tobillos, cosa que se mi hizo de poca importancia por el precio tan económico en que me las vendieron. Se me ocurrió utilizar los cordones de sus tenis que ya no usaba y pasarlos por la oreja de la sandalia. Mi hija nunca había tenido sandalias que se anudaran como lo hacía con sus propios tenis. Miró fijamente cómo se las anudaba y finalmente, con las cejas muy arqueadas en señal de sorpresa me preguntó: "¿Ahora son tenis?"

5.- Tenía mi hija 2 años y medio cuando empezó su afición a dibujar. Se emocionaba haciendo círculos y rayas que daba significado. Me preguntaba “Mamá, ¿qué quieres que te dibuje?”, a lo que yo le decía algunas cosas que pensaba que serían fáciles dibujar para ella, por lo que le dije que me dibujara unas uvas, a lo que me respondió: “Eso no lo puedo hacer, pero puedo dibujar unos cocos”.

6.- Encontré a mi hija de 4 años con su muñeca barbie aprisionando su cabeza a la de una foto de otra caricatura como si estuvieran besándose. Como habíamos hablado recientemente de que solo la gente grande se besa en la boca, le dije en tono serio ¿qué están haciendo hija?, a lo que ella, recordando aquello me contestó con seguridad “Ella sí está grande, yo no lo estoy haciendo”.

7.- Llevamos al doctor a mi hija de cuatro años y mientras esperábamos que nos atendiera el médico, salió por uno de los consultorios un hombre en silla de ruedas que tenía el pie enyesado. Mi hija que estaba hojeando una revista, la hizo de lado y me preguntó qué le había pasado al hombre, y le dije que se había lastimado su pierna. Se quedó mirando atentamente al hombre y su pierna, y aproveché la ocasión para decirle que ella debía tener cuidado y obedecer cuando le dijera que no se subiera a lugares altos porque al caerse se podría lastimar como el hombre. Ella no hizo ningún gesto por un minuto y luego me miró a los ojos con cara de preocupación y me dijo: “¿y cómo se pone su pantalón?”.

8.- Compramos una parejita de peces para mi hija de 4 años Y ella estaba muy emocionada preguntando cómo se le daba de cómer, cómo debía de cuidarlos y si estaban casados. Le dije que sí estaban casados y que pronto tendríamos bebés de sus peces. Esa noche no podía dormir de la emoción hasta que cayó agotada. Al despertar la mañana siguiente, me preguntó con sobresalto: “¿Ya nacieron los bebés?”.

9.- Estábamos caminando por la calle mi hija de 4 años y yo, cuando dejó caer su mochila de tan pesada porque la había llenado de colores, libreta, libro de colorear y no sé qué cosas más. Le dije que la levantara “pues si pasa un niño se la va a llevar” a lo que me contestó con seguridad: “no le va a servir lo que hay dentro, sólo hay cosas para niñas”.

Y tú, ¿Has vivido situaciones similares?
¿Qué vivencias has tenido con niños que resultaron graciosas?



viernes, 29 de junio de 2018

Ser una súper mamá. Mis primeras emociones.


No me considero realmente una supermamá. En realidad soy una mujer común y corriente, más corriente que común. Pero al nacer mi hija, cuando, sentía que ya no podía más con tanto estrés y responsabilidad por tanto corre y corre, me salían Dios sabe de dónde, unas fuerzas increíbles (increíble para mí que en otras circunstancias habría azotado la toalla) para terminar con lo cometido. Así, que pienso que todas las mamás (las que quieren hacerlo bien, aunque no salga del todo bien) somos en realidad supermamás y es realmente un desafío.

Hasta hace poco, no sabia lo que realmente implicaba ser mamá, de hecho, ni siquiera lo soñaba. Cuando me enteré de mi embarazo, me dije: “si otras pudieron hacerlo, yo también”. En ese momento no tenía bien claro de quiénes eran esas “otras”. Ahora, con mi hija  en casa, mi contexto adquiere nuevos significados y me pregunto si esas “otras” pensaron y sintieron lo que yo.  Ahora siento que no es solo ser mamá, como diría una buena amiga “ser madre puede serlo cualquiera”, sino ser una buena mamá para ese ser tan frágil y necesitado de muchas cosas es una visión totalmente diferente.

MIS PRIMERAS EMOCIONES.

Mi primera emoción fue de miedo, dicen que de perder libertad. Yo no sé qué fue lo primero que se pasó por mi mente, pero fue mucha confusión, y lo desconocido me genera miedo. Hasta cuando iniciaba la escuela sentía miedo, miedo de lo que no sabía lo que me esperaría. Claro que lo que estaba por ocurrir era muchísimo mayor que empezar la escuela.Tuve, por lo menos que posponer por un tiempo mis proyectos

 Lo realmente terrible es que no tenía NI IDEA de cuidar a un bebé, pues pensé que no tendría uno jamás, y ahora, a preguntar a todo el mundo y leer libros para aprender a cuidar un bebé como loca (en el sentido figurado, pero después me di cuenta que hay esa posibilidad, sí de quedar loca de manera literal ;) ).

Pero dentro de mí, el saber que una vida pequeñita estaba ahí, me hizo sentir muy importante.  El saber que depende enteramente de ti, como nadie en la vida, me hizo sentir un poquito del poder inmenso de Dios, el sentir sus movimientos, sus “pataditas” como dicen algunos (porque te saltan las dudas si son patadas, codazos, cabezazos o “traserasos”)  y escuchar su corazón latir tan de prisa junto al mío, me hizo ver lo maravilloso que estaría por comenzar (aunque de hecho ya había comenzado sin saberlo).

LOS PRIMEROS PREPARATIVOS

Sin embargo, no había tiempo para quedarse paralizada de miedo: Había mucho por hacer, aunque en realidad no sabía cuánto pero sabía que era mucho. Mi vida se convirtió en un corre corre por todo y a todas horas: análisis, muestras clínicas de sangre, de orina, vaginales. No importaban ya los piquetes y te preparas  para que te “tocoteen”, lo importante es la vida que hay dentro de uno, el tesoro que hay que cuidar.

Así que ha seguir una buena dieta, un buen descanso (en donde cabe) y leer todo lo que se pueda sobre bebés. Cuánta información puede haber sobre eso, al principio fue emocionante conocer cada aspecto de tener bebés, después me invadía la preocupación por pensar si acaso se me acordaría todo aquello. 


Me hubiera gustado que me aconsejaran que es bueno practicar en bebés ajenos o muñecos cuando menos, o por lo menos el estar presente en el cambio de pañal o el preparar los biberones, pero no hice nada de eso (qué se me va a ocurrir), no sabía lo que me esperaba realmente… (la locura). Hubiera sido también buena idea preguntar sobre:

1.-  Los problemas comunes de salud de los  bebés. Cuando identificar  una gripa, porque los bebés pueden estornudar por múltiples razones y “moquear” por otras tantas, a veces lloran porque se sienten mal y pues no sabes qué está pasando en ese momento, esa es una razón para enloquecer, al menos para mí. Asuntos como el sacarles los mocos secos, si se pegan sus ojitos por el catarro, a qué edad es apropiado desparasitarlo, cómo saber cuándo tienen amibas, cómo identificar una alergia, ¡uff! Cuántas cosas y conste que el bebé no te puede decir porque obviamente no habla, solo llora y en el busca busca…
2.- Las reacciones a las vacunas, qué hacer si ocurre una reacción.
3.- Las rozaduras de pañal, cómo aplicar las cremas para rozaduras, cual de todas las cremas para rozaduras es mejor, porqué ocurren esas rozaduras y cómo prevenirlas.
4.- Como reconocer las molestias del nacimiento de los dientes de un bebé, cómo identificar una infección intestinal de una salida de diente (en ambos puede haber dolor y empiezan por dejar de comer, en el caso de la salida del diente le duele cuando topa su encía enrojecida con el biberón, curiosamente cuando se le da pecho no hay esa molestia al comer aún cuando la encía está muy irritada).
5.- Cómo saber si su popó es normal (lo que menos quiere uno es verlo o sentir su olor, pues hay que reconocer cuándo es normal y cuándo no y me refiero a su textura y su olor, así que a pegar nariz).
6.- Cómo saber cuál es la temperatura indicada para bañarlo, cuánto tiempo hay que esperar de quitarle su ropita y meterlo  a la tina para bañarlo, cómo secarlo (es preferible usar dos toallas: una para secar y otra para sacarlo del baño)
7.- Que tipo de pañal es mejor, o por lo menos cuáles son recomendables, qué tipo de ropa es mejor (las etiquetas son irritables para la piel del bebé).
8.- Qué empacar para el nacimiento del bebé, qué cosas debe uno cargar en la pañalera para cuando se sale del hospital.
9.- Qué tipo de leche artificial se aconseja, o mejor, cuándo es recomendable darle, la cantidad apropiada para un bebé (por lo menos la idea de cuánto, porque el bebé come cuando se llena sea mucho o poco para nosotros), las reacciones normales y reacciones peligrosas de la leche.

 Y la lista pudiera continuar, pero sí, es bueno preguntar. Claro que cuando empiezan a hablar los consejeros dan ganas de no haber preguntado nada, pero es mejor ahora que no está el bebé por lo menos afuera, que cuando está pegando de gritos o estás con la angustia que se siente mal y entonces sí, te pueden volver loca tantos consejos.

Lo que me gustó de estar embarazada era que el cabello se me puso bien bonito, no se caía y crecía mucho, mis uñas también, se veían bonitas porque nunca he tenido las uñas largas, pero ahora era tan fácil tenerlas así. Usaba crema antiestrías para mi pancita que cada día era más grande (pareciera que con solo saber que estaba embarazada empezó a crecer incesantemente), creo que por eso no aparecieron estrías porque no creo que mi piel fuera perfecta, por cierto, nunca me picó la panza. Me hacía sentir algo especial de que hasta los automóviles de detuvieran para que yo pasara la calle, parecería que también amaban a mi hijo y yo también lo veían como un tesoro. Aquí donde vivo es común que si la embarazada tenía un antojo, debían de cumplírselo porque si no, el bebé nacería con la cara del antojo (se imaginan un niño con cara de torta), bueno pues todo  el mundo (bueno, para mí parecía ser todo el mundo) me invitaba de lo que comía, así que pues que dicha.

 Claro que no todo era color de rosa, mis calambres en las piernas me despertaban por la noche, lo que opté fue por evitar estirar los pies volteando las puntas de mis pies para abajo, sino que lo hacía por arriba. Le pedía a mi esposo que me diera masajitos en las pantorrillas y los pies (hay que aprovechar ahora que te apapachan). Acostarme en la cama era un suplicio (sentía que mi panza se desbordaba por ambos lados y me dolía un poco) así que empecé por usar la hamaca que se adapta a la forma del cuerpo y se siente como si te abrazaran de ambos lados, eso ayudaba a mi panza a no desparramarse. Sentía muchísimo calor, un calor sofocante que deseaba estar remojada en una tina con mucha agua (nunca lo hice, pero si volviera el tiempo atrás me parecería una buena idea, así que ya saben, ¡compren su tina!). Me ponía un ventilador directo a la cabeza para bajar la temperatura de ella porque me dolía muchísimo de tanto calor que sentía que no soportaba las almohadas.

Los primeros meses me dio un terrible estreñimiento (con aquello que lo que entra debe salir, pues no quería salir mucho que digamos y eso se volvió terrible para mí).

Solo quería tener los pies arriba, me acomodaba en el sillón de la sala de mi mamá y ponía los pies en la mesita de centro, parecía una ballena varada en la orilla del mar (sin mar). Al final del noveno mes me costaba respirar, sentía que mi bebé saldría de la boca en cualquier momento (estoy exagerando). Y se me manchó la cara, no me cuidé mucho de salir al sol.

Cuéntame tus primeras emociones de ser mamá. Saludos.

jueves, 28 de junio de 2018

Ahorrar tiempo y dinero en: La limpieza de la cocina


Leí en una revista que con tanto producto de limpieza no es necesario gastar tanto tiempo tallando y tallando.

Bueno, yo pienso que no son necesarios “tantos productos de limpieza”, aunque tampoco son necesarios tanto tallar y tallar. El ahorro del tiempo también se traduce en dinero tanto si trabajas fuera (y tienes qué pagar a alguien que te haga la limpieza, la compra, la comida, la lavada de ropa, la planchada, etc.) como si eres ama de casa y necesitas un respiro de todo el trabajal que tienes en casa y no tienes más entradas de dinero para desahogarte. Yo también soy ama de casa, trabajo y no le pago a nadie por el quehacer de la casa, terrible, sí, pero déjame explicarte como vivir feliz ahorrando y ganando (tiempo y dinero).

-   He oído toda clase de “soluciones” para no limpiar constantemente la estufa y así no tenga cochambre. Te diré la verdad: tu estufa estará verdaderamente limpia sin tanto tallar y tallar SI LA LIMPIAS DIARIAMENTE. O mejor aún, si la limpias cada que la usas (claro, si solo pones agua a calentar, pues no, no hay que ser tan fanáticos). Quizás digas: ay, qué flojera. Antes de adelantarte, te voy a aclarar: dije no tanto tallar y tallar, si sigues haciendo lo que muchas, te ahorrarás limpieza de estufa por mucho tiempo, pero cuando decidas limpiar, el cochambre ya habrá hecho lo suyo que lo mejor será tirar tu estufa y comprar otra, que se traduce en gasto innecesario de dinero y ese dinerito puede ser ahora tu ahorro. Te voy a explicar lo fácil que es: mira, cuando laves los platos o la vajilla que generalmente deberá ser después de comer (y te sugiero que sea lo más pronto posible), pasa un trapo húmedo con limpiador o el mismo detergente que usas para lavar tus trastes (te aseguro que los más baratos funcionan igual que los caros) por toda la estufa (principalmente lo que se ha manchado de comida) y lava tus platos como siempre (es el tiempo que se necesitará para que la comida pegada en la estufa se haya ablandado). Al final, pasa un paño limpio y poco húmedo en la estufa y listo. Fácil, ¿no? Bueno, si no han pasado algunos mesecillos sin limpiar esta herramienta de trabajo de la cocina.
Te aseguro que el ahorro es increíble: ahorro de tiempo, energía, de productos químicos caros que además que limpian, corroen tu estufa, del gasto de tus lindas manos. También te ahorrarás dinero en médico, pues la estufa (y con comida) es uno de los lugares favoritos de las cucarachas (no quiero ni contarte las horribles historias que he escuchado sobre cucarachas, estufa y comida). Ahora bien, una vez al mes por lo menos debes hacer una limpieza concienzuda de la estufa, lamentablemente, la cucarachas llegan aun cuando no las llames o porque el vecino se le ocurrió fumigar su casa infestada de ellas.
  •          Lavar los platos inmediatamente después de usarse. Mientras la comida esté más fresca, no será necesario tallar y tallar, pero si se te pasó el tiempo y ya está seca (o no) haz esto: separa los trastes con restos fáciles de quitar como los vasos, copas u otros similares. Estos los lavarás primero. Dale un remojo con agua nada más a los que sí son más difíciles, como intentando quitar la comida ya seca (sin necesidad de tallar mucho) y déjalos por un momento, verás que cuando termines de lavar los primeros (vasos y similares), éstos ya tendrán blanda la comida y te serás más fácil lavarlos. Haz lo mismo con ollas y sartenes que esas son las que casi siempre tienen pegada la comida. Yo lavo los trastes por decir así, por capítulos: 1.- Primero los más fáciles de limpiar (como vasos o recipientes con líquidos) y remojando los que son más detallosos; 2.- Después, lavo los que remojé y remojo las ollas y sartenes; 3.- Por último, lavo las ollas y sartenes.
  •        Ya que hablamos de la cocina, déjame darte otra idea que significa ahorro de tiempo y dinero: el vinagre. Ese líquido tan común y tan poco apreciado. Ya ves que de tanto y tanto usar agua, pues se nos ensarra la tarja donde lavamos los platos. Bueno, pues humedece muy bien un trapo con vinagre (cualquiera es bueno) y acomoda este trapo húmedo en el lugar que desees quitar el sarro, deja por unos minutos u horas, según sea el caso (puedes ir checando de tiempo en tiempo) y sin tallar mucho encontrarás otras vez limpia el área.
  •          También te sugiero limpiar la cocina a profundidad una mes por mes por lo menos para no tener visitas desagradables. Pero una vez más te diré que no necesitas tantos productos químicos, bastará con un poco de detergente y cloro (los bichos odian el “sabor”de limpiadores).
Déjame tu comentario y dime cuál de estos consejos te serán útiles. Saludos.



Por qué se postergan las cosas


El postergar tiene varias explicaciones. Psicólógico, moral, conductual, etc. Los motivos que señalaré más bien son de sentido común. Postergamos porque tenemos:

1.-Flojera. Esto es bien importante. Tienes que decirte a ti mismo “lo tengo qué hacer”. Bien que me enseñó mi mamá: Ella tenía una lista “mental” de la rutina de la lavada de trastos, pero cuando me tocaba mi turno, era una problema porque odiaba lavar los trastes. Me decía: “No te vas a dormir, hasta que los laves”. Terminábamos molestas tanto ella porque no lavé los trastes y yo porque quería dormir sin lavarlos (“los lavo mañana tempranito”). Entonces viene a mi mente su razonamiento bastante lógico: “Si los hubieras lavado cuando te dije, ya estarías durmiendo; pero ahora estás molesta porque quieres dormir y yo estoy molesta porque  no lo has hecho y de todas maneras lo tienes qué hacer”). Ahí aprendí que si de “todas maneras lo voy a hacer, pues de una vez”. Por eso, lo que no me gusta lo hago rápido y lo que me gusta también lo hago rápido.

3.- No nos urge. He escuchado de algunos que dicen que no pueden trabajar si no tienen el estrés, que es lo que los despierta. Por lo menos conozco de un caso (mi exjefe), que vivía así: siempre apresurado pues dejaba todo a lo último y trabajaba muy entrada la noche y aveces amaneciendo el próximo día para dejar todo en orden (era contador). El caso es, que para abreviar, no faltaba que se le olvidaba algo y como tenía qué entregar a fecha exacta pues no se lograba o más, bien se perdía el caso. También se enfermó de una enfermedad relacionada a los nervios. Más dinero qué gastar y más problemas aunados.

4.- Tenemos amigos bienintencionados. Cuántas veces hemos escuchado que no nos preocupemos. Pues eso estaría bien, si en lugar de preocuparnos, nos ocupamos, como diría otra de mis jefes. No olvidemos que el problema de postergar está tan generalizado, que cuando encuentran a alguien que quiere dejar en orden todo y hacer las cosas con calma (con tiempo de anticipación) lo tachan de exagerado. Pero los resultados hablarán pronto.

5.- Estamos desanimados. Creo que a veces es bueno no continuar con algo ya después de un verdadero análisis y reconocer que dicha empresa no prosperará. O a veces nos agobia los pagos de luz y agua y pensamos en dejar de pensar en ellos. En todo caso, examina los pros y contras, y lo que tenga que hacerse,hazlo. Lo que definitivamente no funcionará, no pierdas el tiempo pensando en ello.

Después de haber analizado qué te hace postergar las cosas, pon manos a la obra ¡y no te quedes con el pendiente!. Dime qué te hace postergar las cosas y compárteme lo que te ha funcionado. Saludos.


Cómo no dejar las cosas para después (parte 2)


¿Te pasa que siempre estas cansada y de mal humor con el constante estrés, y para colmo te parece que no hiciste nada en el día? Te daré algunas sugerencias que me han funcionado:

1.- Haz listas. Sí, parece que es más trabajo, y tal vez al principio eso parecerá, pero al ir ordenando las ideas verás que solo será el acordeón de un examen que no tiene fin y que tenemos todos los días. Mira, yo llevo mis listas en una libreta que tomé exclusivamente para ello: He dividido la libreta en diferentes tópicos (sólo es una idea, tú lo harás según tus necesidades) en Proyectos, cosas que haré cuando tenga tiempo como vacaciones, días feriados, tiempitos libres, etc. ) En ellos voy poniendo todo lo que quiero hacer, comprar, etc.  Es importante que lleves esta libreta contigo, no tiene qué ser grande, hasta puede ser de bolsillo para poder llevarlo a todas partes, esto es para que cuando tengan un tiempo muerto, esperando en una fila, en el médico, etc. Puedas releerla y poder borrar lo que has logrado o algo nuevo que ha llegado a tu mente y te parece muy bueno hacer.

2.- Letreros visibles. Bueno, antes que nada, la estética. Yo tengo un pintarrón que voy borrando o añadiendo especialmente cuando hay otra persona involucrada en el proyecto o cosa ha hacer (mi esposo) y es necesario tenerlo a la vista. También acontecimientos que se acercan, como las vacaciones y lo que haremos cada día, una cita con alguien o una reunión que tendrá en casa y que hay que hacer compras o necesitamos algún tipo de logística. También me sirve para poner los pagos que agua y luz que acaban de llegar o de otro tipo.

3.- Tarjetas. Simplemente, corta pedacitos de papel que puede ser reciclado y cuando estés apurada trabajando, sea la oficina o la casa, puedas anotar ideas que te vienen a la mente y necesitas resolver después (levantar el popó del perro, desyerbar cuando termine, borrar de la lista tal cosa, llamar a fulanita, etc.) y cuando termines de hacer  tu actividad poder ver qué fue lo que te hacía un pendiente (no falta el “¿qué era lo que iba a hacer terminando esto?”)

4.- Ponle alarmas al teléfono. A mí no mucho se me da la tecnología, pero a mi esposo le funciona de maravilla. Apunta y marca la alarma, sea dentro de una hora o dentro de una semana.

5.- Mesa con vidrio. Eso lo ví en casa de unos amigos, tenían en la mesa (que está de lo más accesible a la familia) y debajo del vidrio dejaban pendientes para tenerlos presentes y no les pasara la fecha. Encontraba también fotos, recetas y citas médicas. ¿Qué tal?

Lo que no funciona muy bien es decir (a tu hijo o hija, tu esposo o esposa, o tu madre) "recuérdame que tengo que hacer..." Así que no te lo sugiero. La clave es tener un lugar dedicado a tus pendientes. En la oficina tengo una carpeta con la leyenda "pendientes" de color negro. Cada día reviso apenas llego para ver qué sorpresa me espera. Cuando mi jefe me pide que le recuerde algo, lo escribo en una tarjeta y lo meto a la carpeta. Cada día reviso y tiro los pendientes ya realizados y reviso los que aún están por realizarse, es como una agenda, pero sin tener que comprarla.

Espero tus comentarios. Dime qué te funciona a ti o si alguna de mis ideas te parecen prácticas para tí. Saludos.



Cómo no dejar las cosas para después (parte 1)


Recuerdo que cuando era muy (muy) joven (7 años aproximadamente), tuve el enorme deseo de confeccionar mi propia ropa, así que veía programas de televisión que mostraban que de un montón de trapos podía salir una hermosa prenda.
Me armé de valor y le pedí permiso a mi madre para cortar una (bonita) bata de dormir que convertiría (según yo) en una hermosa blusa, a lo que mi madre me dijo sin mucha confianza que si salía mal, me castigaría por arruinar mi bata. Tenía tanta seguridad que le dije que no habría problema. Y sí la hubo, al cortar la blusa, corté los dos frentes del mismo lado, cosa que me preocupó muchísimo (por aquello de que mi madre se enterara) y opté por ponerlo todo en una bolsa de plástico para hacer la reparación cuando pensara que estaba lista para ello, lo eché sobre el ropero y pasaron muchos meses para que me diera cuenta que no podría (ni quería) componer esa prenda. Por suerte, mi madre no se enteró jamás  y sin más ganas de continuar con mi empeño, decidí tirarlo a la basura y olvidarme de la costura por un buen tiempo.

Después de otros incidentes parecidos, me di cuenta que dejaba muchas cosas para después, y pasado el tiempo, perdía el interés. Me di cuenta que perdía tiempo empezando algo que después me desanimaría y empecé a dejar de hacer e inventar cosas y es que, a decir verdad, tenía algo de facilidad inventando y pensando en crear cosas. Cosas de las que pudieran ser útiles y que en ese momento me brillaba la mente pero que con el tiempo se iba apagando la mecha hasta pensar que fue mala idea desde el inicio o que no debí empezar algo que después de todo, no estaba capacitada para terminar.
Seguramente tienes algún problema con eso de postergar las cosas, las que sea, trátese de algo realmente importante o algo que no lo es pero que piensas que te causará placer realizar (y terminar), o algo que urge hacer y que después, terminamos haciendo a las prisas porque no nos queda otro remedio para darnos cuenta que si lo hubiéramos hecho con calma hubiera salido muchísimo mejor.

Antes que nada, debemos reconocer que en este mundo que nos satura de preocupaciones y problemas lamentablemente, muchas cosas impiden que realicemos nuestros anhelos o deseos, trátese de realizar una prenda de costura de la que pensamos que podemos realizar (porque sabemos que tenemos la capacidad), de escribir un libro (soñamos hasta la portada y pensamos que sería algo muy bueno) o cualquier otra cosa de la vida cotidiana que nos causa mucha emoción al hablar de ella o pensar en ella, o sobre todo, aquello que tenemos qué hacer como pagar la luz, el agua, terminar la tarea de la escuela o darle de comer al perro (no tan emocionante pero que es necesario, digo, si queremos al perro con nosotros).

Es por ello que lo postergamos, lo dejamos para después para que acabe en algo inconcluso, mal hecho, o peor aún,  nunca realizado (y con las ganas iniciales que teníamos de ser útil para nosotros, la familia, nuestro vecindario o porqué no, para ganar dinero).

Yo pienso que hay muchos genios de muchas cosas que no han encontrado la situación idónea para poner en funcionamiento sus muchas buenas ideas, o simplemente, no saben cómo hacerle. Eso me recuerda la frase: Trabaja en algo que te guste, así no tendrás que trabajar jamás. Porque como mi padre me decía: El trabajo es tan malo, que te pagan para que lo hagas.

Primero, vamos a considerar las causas por las que postergamos nuestro trabajo y después seguiremos unas estrategias muy prácticas para no dejar que nada ni nadie nos desanime, o que nos corten la luz por estar postergando su pago:

Vamos a dividir las situaciones: 
1.- Ideas grandiosas para hacer en el futuro (y que no se convierta en algo muy lejano); y,
2.- Cosas de la vida común que pueden salir bien sin el estrés de dejarlo al “hay se va” o que nos salga mal, como pagar las facturas, mandar a componer (o componer uno mismo) cosas de la casa que están empezando a fallar, hacer la lista de la compra, etc.

Las primeras nos ocasionan un placer realizarlas, pero si tenemos el constante aprieto de las segunda, nunca tendremos el tiempo para realizarlas. Es por ello, que básicamente tenemos dos opciones:
1.- Hacer las cosas que urgen pero ya. Nada de excusas. Aunque nos cueste el descanso del día, aunque nos durmamos un poco tarde. Hazlas ya. Estoy hablando de empezar de cero, que tenemos el montón de trastos sucios y la ropa sucia de toda la semana (o más), o el desorden de la casa. Para ello, ponte una meta razonable y ponla en práctica. Es decir, si tus trastos están sucios y necesitan lavarse, ponte la meta de terminarlos en una hora, por decir (depende de la cantidad), algo razonable sin crearte un estrés innecesario pero con la intención de hacerlo lo más pronto posible.
2.- Ya que estás "al corriente" con las cosas urgentes, planifica aquellas que no lo son tanto pero sí requieren de atención. Elabora una lista de éstas y ponles fechas (y hora si es necesario) para realizarlas. Puedes usar un cuaderno o libreta o usar otro como un pizarrón o pizarrita, o una hoja pegada al refrigerador. El caso es que lo tengas a la vista para estar pendiente de ello.
3.-Estos dos primeros pasos te servirán para crear una rutina que se volverá parte de tu personalidad o vida. Al cubrirlos, te darás cuenta que contarás con tiempo para realizar actividades verdaderamente apasionante (aunque el hecho de tener la casa ordenada y limpia de forma razonable también crea un placer).

Es importante que te diga que el orden y la limpieza permiten que el cerebro esté en condiciones para crear. 

Dime cómo te va con tu tiempo. Saludos.


Ahorrar


Recuerdo que una persona suspiraba al decir que le gustaría ganar “suficiente” para no estar en aprietos económicos. Mi pregunta (interna, por supuesto) fue: ¿cuánto es “suficiente”? ¿ganar el doble, el triple…?
A muchos que conozco no les gustar la palabra ahorrar. Bueno, tal vez no la palabra, sino el esfuerzo que implica. Básicamente, para ahorrar debemos tener un orden de prioridades. Leí hace mucho tiempo (bueno, no tanto) que la clave está no en la cantidad de dinero que recibimos sino cómo usamos ese dinero; y en cuestión de ahorrar, está en saber por qué o para qué se ahorra. Y ahorrar no sólo implica dinero, también esfuerzo y tiempo, la vida misma. De ahí el dicho que "el tiempo es oro".  Te contaré una historia que aunque no me la sé de memoria dice más o menos así:
Se encontraba un pobre pescador que vivía en una isla, terminando su jornada de trabajo y acomodando su barca a la orilla de la playa, cuando un hombre muy bien vestido que estaba de visita en ese lugar, se le acercó y le dijo: “es muy temprano para que termines tu trabajo” ¿Qué haces después de trabajar?”. El pescador le dijo: “Voy a casa, estoy con mi familia, comemos juntos o hacemos algo juntos, pasear o visitar a los amigos”. El hombre le dijo: “Si trabajaras más tiempo tendrías más dinero”. “¿Y para qué quiero más dinero?”, contestó el pescador. “Bueno, pues con ese dinero podrías comprar otra barca, contratarías a otra persona y tendrías el doble de ganancia, así podrías comprar más barcas y en poco tiempo tendrías una flotilla de barcas y pescadores trabajando para ti, eso haría que tuvieras más dinero, pudieras ir a una gran ciudad y levantarías una empresa donde serías el dueño y ganarías mucho más dinero”. “Pero, ¿pero para qué quisiera hacer eso?”, contestó el pobre pescador. “Pues eso te haría un hombre rico, con el tiempo podrías tener tanto dinero que cuando llegues a viejo, comprarías una casa de playa en una tranquila isla y estarías con tu familia, podrías pasear o visitar a los amigos sin preocuparte”. El pescador se rascó la cabeza, “¿Y para qué espero a que sea viejo si ya tengo todo eso?”.
Coméntame qué te ha parecido mi cuento.